Las operaciones de estética
siguen siendo un tema tabú. En general, cuesta reconocer los pequeños o
notables “retoques” que nos hacemos (o no) a lo largo de la vida.
Mucha gente quiere vincular una
operación estética a un problema de autoestima. No lo llamaría así, es decir,
no consideraría una causa-efecto de un problema el acudir a un cirujano
estético. Yo misma, me operé los pechos hace años. Y es una de las mejores
decisiones que tomé, con 21 años. Desde joven siempre había querido tener dos
tallas más, y fue el regalo que le pedí a mi madre por los 18 años (hasta los
21 el cirujano me aconsejó no operar, por precaución). Hoy por hoy, el resultado es
notable y natural, que es una de las cosas que le pedí siempre al médico. Estoy, incluso, mirando de realizarme una segunda operación
de estética (de momento no desvelo cuál…) y ya he estado estudiando los
posibles centros más recomendados de Barcelona, como la clínica Dexeus. Existen muchas clínicas especialistas en cirugía y medicina
estética, aumento de senos, liposucción y rinoplastia, entre otras.
En mi caso fue una cuestión
estética, pero los motivos por los que la gente acude a una clínica estética
pueden ser varios y, muchos, por necesidad. Éste podría ser el caso de una paciente
que deba someterse, por ejemplo,a una corrección de algún problema que pueda
causarle algún tipo de perjuicio físico, dolor o enfermedad, como puede ser una
mastectomía. Conocido es el caso de la
valiente Angelina Jolie que se sometió a una doble mastectomía con el fin de
reducir las posibilidades de desarrollar un cáncer, debido a sus antecedentes
familiares, y así lo anunció en una carta publicada en el diario The New York
Times, donde explicaba que es portadora del gen BRCA1, que aumenta dramáticamente
el riesgo de desarrollar cáncer de mamas y de ovarios en las mujeres que lo
poseen. En la misiva, Jolie, de casi 40 años explicaba que entró en el
quirófano motivada por el miedo a padecer la misma enfermedad que mató a su
madre, la productora y actriz Marcheline Bertrand, en 2007 a la edad de 56
años, a pesar de que el de su madre era un cáncer ovárico. Una decisión, sin
duda arriesgada y valiente, a la vez que precavida e inteligente.
Hace unos días pude conocer a un
cirujano experto en reparaciones faciales y físicas, en general, tras sufrir
algún accidente o por deformaciones físicas de nacimiento. Me parece un trabajo
admirable y los resultados que me mostraba eran alucinantes. ¡Bravo por los
cirujanos!